Escuché a Fernández decir que podías considerarte buen cuentista si estás platicando en un restaurante con alguien que evita distraerse preguntándose si la ensalada contiene ingredientes del mediterráneo hasta que el camarero llegue a decirte que ya van a cerrar el lugar. Entonces el tiempo pasó muy rápido sin que ambos se dieran cuenta, por lo tanto, la historia fue buena. Pero él me contó una historia muy espesa que trataré de contarte sin detalles.
Me contó que te hizo el amor dos veces. Que intentó la tercera, pero se detuvo cuando sintió un dolor en el oído y después en la cabeza. Se detuvo. Se preguntó si quedaría en secreto. Le preguntaste si se sentía bien. Él te dijo que sí, que llega un momento en que el cuerpo no te responde igual.
Me contó que no te buscó más, porque sintió pena de sentirse cada vez más viejo.
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