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jueves, 6 de noviembre de 2014

El artículo



Harto del silencio y de la pizarra a mis espaldas (con amenazantes ecuaciones sin resolver) salgo a la calle en busca de una cafeteria. Elegí la peor, donde cobran 50 a 80 pesos por agua con hielo simulando ser un té chai frio. No soy un conocedor de café y esos menjurjes, pero tengo bien identificados los lugares donde se; me pondrá! bien!   chidooo, prendido. 

Ahí la gente no es la misma, los mismos locos, loros estruendosos; enunciando términos y risas. Entendí hoy que uno puede pagar cantidades absurdas de dinero en un lugar donde no te sientes solo, y además un sitio donde convergen ilusiones. También optimismo y la vista hacia una de las avenidas más importantes de la ciudad, ignorando los problemas sociales que en estos días son bien remarcados.

Ahora regreso con los locos, los míos. Uno comprende bien a que pundo pertenece. Okay, inventesmos nuevos universos. Hoy por la tarde.


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